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Foto del escritorClara Núñez

Los 3 venenos que nos paralizan.

Actualizado: 30 jul 2021

1. Enojo

2. Avaricia

3. Envidia



¿A que al leerlo parece que esto no va contigo?, a mi me pasó lo mismo.

Somos poco conscientes de todas las emociones que pululan por nuestra mente y corazón. Es más fácil verlo en otros.


Las emociones o conceptos menos populares son los que menos reconocemos en nosotros. Humildemente creo que algo de ello tenemos o hemos sentido todos en algún momento.


Esto no quiere decir que te sientas culpable, todo lo contrario, he querido escribir sobre ello porque estos 3 venenos, son eso, veneno para nuestro bienestar: salud mental y física.


Pasan solapados, casi sin hacer ruido pero se instalan bajo la apariencia de humor cínico, risa irónica o incluso como broma inocente. Se quedan solapados como la suciedad bajo una gran alfombra.


El “enojo” siempre está dispuesto a llenar el hueco que media entre lo que esperas de la realidad y la realidad misma. El enojo surge ante expectativas incumplidas o frustradas. Podemos culparnos, enfadarnos o incluso insultar a otros pero la verdad es que cuando lo sientes es tuyo. Se queda contigo como la suma de pensamientos y emociones insanas a las que dejas la puerta abierta para que se queden contigo.

Está bien enfadarse, pero el enfado es productivo y eficaz sólo cuando no sucede de forma “sostenida” en ti y te lleva a querer cambiar algo, participar del cambio y sentirte fuerte para poder actuar. Es decir, te da fuerza para enfrentarte y afrontar cualquier situación que sientas injusta.

El enojo le hace daño al que lo siente y padece, nunca al sujeto motivo del mismo.

Aprender a calmarnos para poder defender o argumentar un enfado parte de revisar si ese enojo me ayuda en algo. Si no te ayuda, no te enojes, transfórmalo en acciones orientadas y útiles. Busca soluciones alternativas a él. Una persona feliz no se enoja, puede enfadarse pero lo hace desde otro contexto emocional. Su discurso será sereno, claro y conciso hacia una solución o argumento nuevo.


La “avaricia” no es querer mucho sino no sentir que NUNCA es suficiente aunque aumente en cantidad. Es una sensación de insuficiencia crónica que mantiene al “avaro” con ansias constantes de mas. Es una falta de apreciación y valoración equilibrada con el SER y el TENER.


En el fondo está el miedo a perder, a no ser suficiente, a perder lo que se tiene, a no ser valorado por….quien sea que sea.

El avaro carece de empatía y es alguien celoso de lo “suyo”. Siente el poder de la posesión como lo único que le distingue y da valor. Es alguien al que le cuesta disfrutar de lo que tiene y sobre todo del presente. Vive en un estado de “ansia” continuada que le impide saborear la felicidad y los momentos.

Nadie quiere sentirse identificado como avaro aún así sería adecuado revisar el para qué de esa necesidad insana de poseer.


La “envidia”. ¿quién no ha sentido envidia? Imposible. Todos la hemos sentido en algún momento. Solemos disfrazarla diciendo que es una “envidia sana”, aún así la envidia es envidia. La envidia genera amargura, insatisfacción y poca valía personal.

Es un estado mental en el que la desdicha de no tener o ser lo que el “otro” hace o es provoca emociones de total debilidad para el que la siente. Suele provocar lo mismo que los anteriores venenos, infelicidad continuada.


Si queremos algo que otro tiene, podemos mirar de aprenderlo (si son capacidades o habilidades), conseguirlo (si es algo material) adaptarlo (si es algo relacionado con la belleza física) y así podríamos continuar largo y tendido.

Pero lo mejor: aprender a valorarse a uno mismo por lo que es en vez de por lo que tiene. No es fácil, lo sé.


La envidia se cura con la aceptación, adaptación, aprendizaje, entrenamiento y superación personal que lleva a conseguir una autoestima sana.

Siempre puedes conseguir aquello que te propongas si está en tu condición mental, física y económica para llegar a ello. Si no es así revisa tus deseos.

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